Aunque los ordenadores no van a desaparecer de la cotidianidad, sí cambiará la forma de usarlos, así como su tamaño y funciones. La idea es que faciliten la vida sin depender demasiado de ellos.
Las computadoras de tamaño minúsculo ya hacen parte de
nuestra cotidianidad. Cámaras o grabadoras, por ejemplo, se pueden esconder en
un dije de una cadena o en nuestro reloj de pulso.
Ya no son necesarias
pantallas para acceder a datos e informaciones.
Ahora uno puede
proyectar textos o imágenes directamente a sus gafas y verlos allí.
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